Alegría insólita
«Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.» (Salmo 16:11)
No conozco otra necesidad más grande hoy que la necesidad de alegría. Alegría inexplicable, contagiosa. Alegría insólita.
Cuando esa clase de alegría sube a bordo a nuestra nave de la vida, trae cosas consigo: como el entusiasmo por la vida, determinación para perseverar, y un fuerte deseo de ser estímulo para otros. Tales cualidades hacen de nuestra travesía soportable cuando llegamos a los mares abiertos y encontramos las olas altas de adversidad que tienden a desmoralizarnos y paralizarnos. No hay nada mejor que una actitud gozosa cuando enfrentamos los retos que la vida nos lanza.
Alguien le preguntó una vez a la Madre Teresa qué descripción de trabajo habría para alguien que quisiera trabajar a su lado entre los más pobres y entre los callejones estrechos de Calcuta. Sin titubear la Madre Teresa mencionó sólo dos cosas: el deseo de trabajar duro y una actitud alegre.
No conozco otra necesidad más grande hoy que la necesidad de alegría.