Principios contra preceptos
«Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.»( 1 Samuel 13:14)
«Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.»(Hechos 13:21,22)
Mire este epitafio, no dice: «Hallé que David fue un rey brillante,» nada de eso; dice: «Hallé que a David le importan las cosas que a mí me importan. Es un hombre cuyo corazón está sincronizado con el mío. Cuando miro a la derecha, David mira a la derecha. Cuando miro a la izquierda, David mira a la izquierda. Y cuando digo: ‘A mí me importa eso’, David dice: ‘A mí me importa’.» Como ya hemos visto, eso es lo que significa ser una persona conforme al corazón de Dios.
El concepto que algunos de nosotros tenemos de la vida es: «Bueno, uno gana, y uno pierde. Uno hace lo más que puede. Nadie es perfecto.» Otros dicen: Si Dios lo dice, quiero hacerlo.» Estos son realmente de quienes se dice son «conforme al corazón de Dios.»
Los que están en el primer grupo pasan mucho tiempo ocupados en lo suyo, mucho tiempo lamentándose y quejándose, para después recuperarse de los caminos que están lejos del plan y de la voluntad de Dios. Pero los otros no llegan muy lejos del plan y de la voluntad de Dios. Pero los otros no llegan muy lejos en absoluto porque comienzan a considerar lo que son. Tienen las cuentas claras con Dios. Rápidamente se someten porque son «conforme a su corazón.» Pero esas personas, nada en su relación con Dios se considera insignificante. Los que viven la mayor parte de su vida en la segunda categoría son escasos. No son muchas las personas que tienen un corazón ardiente hacia Dios, que obedecen sus preceptos y honran sus principios, cueste lo que cueste. Pero David era así.
Cuando usted conduce por una carretera y ve el aviso que dice: «Límite de velocidad: 80 kilómetros por hora,» ese es un precepto; no es un asunto que se pueda negociar.
Si el aviso dice: «Conduzca con cuidado,» ese es un principio.
Cuando se trata de la vida espiritual, a los que son conforme al corazón de Dios les importan mucho los principios, tanto como los preceptos. Cuando se encuentran con un precepto que está claramente delineado, dicen: «Al ver mi vida, veo que no es como este precepto. Necesito someter mi vida a este precepto.» Y lo hacen. Eso era lo que hacía David de acuerdo con 2 Samuel, capítulo 6 . . . un ejemplo clásico del porqué él era «un hombre conforme al corazón de Dios.»