Lloramos y oramos, crecemos y aprendemos
«De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?»
(Proverbios 20:24)
Las pruebas nunca se desperdician. Dios nunca dice: «Vaya me equivoqué en eso. No debería haberte dado eso. Quería dárselo a Francisco; lo lamento, Roberto.» Es como si el Señor pusiera nuestro nombre en pruebas específicas. Son específicamente diseñadas para nosotros, arregladas teniendo en mente nuestras debilidades y nuestra inmadurez. Él aprieta y no afloja. Y gemimos, y nos duele, y lloramos, y oramos, y crecemos y aprendemos. En todo eso a depender aprendemos a depender de su Palabra. . .
La respuesta común a las pruebas es resistencia. Es mucho mejor que abramos las puertas de nuestros corazones y recibamos las pruebas ordenadas por Dios como invitadas de honor por el bien que hacen en nuestras vidas.
Recibamos pruebas ordenadas por Dios como invitadas de honor. Nos hacen bien.