Cuente sus bendiciones

A veces cuando uno no se siente con ganas de orar, o lo consume la necesidad de hablar con el Señor pero no puede hallar las palabras, pruebe lo bien sabido; cuente sus bendiciones, cuéntelas una por una.
Es asombroso cómo uno puede alejarse de los afanes, y preocupación propia, cuando se empieza a mencionar en voz alta aquello por lo que se está agradecido. En ese instante el enfoque cambia de las necesidades a la gracia y amor del Padre celestial.
¡Pruébelo!
Cuente sus bendiciones, cuéntelas una por una.